Antes de salir, la Hermana Mayor pidió silencio en la Capilla.
Cuando estábamos en absoluto silencio, la Hermana Mayor nos explicó que recontaríamos el recorrido por avisos de lluvia a partir de las 12 de la noche. Luego dijo unas palabras que me emocionaron y tranquilizaron.
Y llegó el momento tan esperado ; Se abrieron esas grandes puertas de par en par.
Mi hermana estaba justo detrás mio, y antes de salir me lanzó una mirada preocupada. Miramos al cielo, y estaba todo totalmente gris.
Salimos de la Capilla y entramos en la Iglesia como todos los años.
Ya se escuchaba la marcha y los tambores.
Nos aproximamos a la salida de la Iglesia. El viento no dejaba de acariciar mi capa.
Todos los años, es un experiencia inolvidable.
Notas que todo el mundo te mira , los niños chicos desean tocar tu ropa, como si fueras alguien importante.
Los adolescente, lo único que hacen es meter la pata.
Íbamos por la mitad de la calle Palacios, cuando de repente cambió el viento. Era un viento frío.
A los tres minutos empezó a caer gotas de agua, pero parecía una nube que estaba ahí de paso.
Esas gotas diminutas, no tardaron en convertirse en goterones de el tamaño de una uva.
Todo el mundo empezó a correr de lado a lado de las aceras y a gritar, como si se acabara el mundo.
Miré al cielo, empapada, se me saltaban las lágrimas.
Cogí a mi hermana de la mano bien fuerte y corrimos junto con nuestros compañeros hacia la Iglesia, donde se formo un barullo de gente, para no mojarse.
Aquello era agobiante. Toda la Iglesia Prioral llena de gente, y.. el paso de el Cristo allí, parado.
Yo siempre que veía en las noticias a las personas llorando por la misma situación en la que estábamos nosotros, pensaba que no le veía motivo para llorar y no lo entendía.
Niños, ancianos,madres con sus hijos en brazos ... llorando.
Miré a mi hermana.. estaba llorando, como nunca la había visto.
Sin darme cuenta empezaron a caer mis lágrimas.
Ahora sí lo entendía.
Esa emoción y esas sonrisas, se tornaron a caras enrojecidas y ojos brillantes.
Abracé a mi hermana e intente consolarla, pero ella seguía llorando.
No sabia que hacer. Sólo miraba a los demás y ellos me miraban a mi.
Lo más increíble fue que todo el mundo se apoyaban unos a otros.
Luego, la Hermana Mayor, entre lágrimas, nos comunicó la horrible noticia de que no íbamos a volver a salir.
Esta experiencia nunca la tuve en mi corta vida, y agradezco de haberla tenido.
Era un sentimiento nuevo y triste.
Mas tarde encontré a parte de mi familia, y nos reunimos con ella.
Y tuve la oportunidad de ver mecer a la Virgen y a el Cristo meterse en su Capilla, con los costaleros de rodillas, pero lo consiguieron .
Fue precioso.
Este día, ha sido el único que maldije por haber llovido.
Espero que el año que viene sea diferente, y volver a tener un sentimiento nuevo.
Minis Chachi~
